Es fácil imaginar a un motociclista de la década de 1970 obsesionado con una Yamaha RD, porque efectivamente había muchas. Las motos eran rápidas y potentes, y su reputación se veía reforzada por su estrecha relación con las motos de competición de producción de Yamaha. La culminación de esta historia fue el lanzamiento en 1976 del motor bicilíndrico de dos tiempos refrigerado por aire, el hermano mayor de la RD350, la RD400.
Más adaptada a las carreteras sinuosas que a las rectas, la RD alcanzaba alrededor de 160 km/h. No era la moto más rápida en las rectas, pero compensaba con creces la inclinación en las curvas. El motor y el chasis, ambos nacidos y perfeccionados en circuito, utilizaban tubos de acero de paredes gruesas con una geometría específica para la pista. En su época, representó la cumbre del diseño.

Este es un retrato del alma y el espíritu motociclista de Bob Marsden, de Windham, New Hampshire. Con 45 años (condujo su primera motocicleta a los siete), Bob ha pasado la mayor parte de su vida como motociclista, irresistiblemente atraído por el sonido, el olor y la ligereza de los motores de dos tiempos.
Hace unos años, mientras visitaba a su viejo amigo y mecánico de motos de carreras desde hacía 50 años, Ed Friend, Bob se quedó con la mirada perdida al contemplar una Yamaha RD400 de 1976 abandonada a las inclemencias del tiempo, el tiempo y el óxido en un patio trasero. No tardó mucho en convencer a su compañero, Ed, de 75 años, de que la desmontase y empezara a darle nueva vida, o mejor aún, a convertirla en una moto de carreras clásica.

Por suerte para Bob, Ed cree en no tirar nada cuando se puede usar o reutilizar más adelante. Ed también sabe un par de cosas de construcción, ya que ha pasado la mayor parte de su vida como mecánico de aeronaves y motocicletas, trabajando en concesionarios e incluso identificando los puntos débiles de las máquinas de producción en la fábrica de Honda.
Habiendo competido desde los 14 años, Bob siempre quiso volver a la pista. El otoño pasado, Bob volvió a la pista por primera vez en 25 años, con su RD reinventada.

Pero la historia de Bob, como todas, tiene sus altibajos. Nos enteramos esa misma tarde de que Bob tenía que retirarse, viéndolo colgar su mono de cuero y darle el cigarrillo a su compañero de carreras mientras visitaba el paddock para recibir otra vía intravenosa para aliviar el dolor. Bob contrajo la enfermedad de Lyme grave hace unos años, lo que puso en riesgo su vida y lo obligó a bajar el ritmo y controlarse. Algo difícil cuando se lucha contra otra enfermedad llamada velocidad.

El día, sin embargo, estuvo marcado por la alegría, ya que dieron algunas vueltas peligrosas y nos llenaron los sentidos con la pasión por las dos tiempos durante una mañana de entrenamiento. Al final, está claro que tanto los hombres como la máquina se han desarrollado para las carreras a lo largo de los años, mientras Bob y Ed recuperan su juventud, encontrando nueva vida en todo lo que hacen.
Fotos: Adam Fitzgerald