Hoy nos adentramos en el corazón del Norte de Portugal, en una ruta circular que combina moto, historia, naturaleza y gastronomía. Partimos desde Braganza, una ciudad rica en tradiciones, para recorrer Trás-os-Montes, una región que guarda secretos esperando a ser descubiertos sobre dos ruedas y donde vamos a pasar de fluir por los arribes del Duero a descubrir lugares patrimonio de la humanidad. La Moto Guzzi Stelvio y los Michelin Anakee Road, van a ser nuestros compañeros de viaje.
Braganza es una ciudad cargada de historia y envuelta en el misticismo de sus murallas medievales. Dentro de su ciudadela se alza imponente el castillo del siglo XII, hoy convertido en museo militar, junto a la iglesia de Santa María y el Domus Municipalis, uno de los escasos ejemplos de arquitectura civil románica en el país. Sus calles empedradas nos transportan a otra época, con una imagen que bien podría pertenecer a un escenario de Juego de Tronos. Pero Braganza no es solo historia, también destaca por su gastronomía rica y variada, que se distribuye por el centro y por la zona más moderna de la ciudad, donde la plaza de Sé hace de centro neurálgico.

Nuestro camino toma rumbo hacia Gimonde y allí cruzamos el rio Onor, a través del puente romano que ha visto fluir su curso durante siglos. A partir de este punto empieza la diversión, especialmente en los dos tramos de curvas de la N218, una carretera rodeada de montañas suaves, que destaca por su tranquilidad y poco tráfico. Ahí te puedes centrar en la conducción, en sentir la moto…
Primero en un tramo más fluido y luego en otro más lento y revirado, cuando ya nos hemos desviado por la N218/2 hacia Vimioso. El trazado estrecho de esta carretera secundaria nos lleva por un paraje poco explorado y lleno de curvas, donde te sumerges de lleno en esta tierra y donde tienes que estar más atento de la conducción. Aquí es importante recalcar la importancia de los neumáticos, ya que para este tipo de rutas es ideal que sean polivalentes para todo tipo de condiciones y temperaturas, como los Michelin Anakee Road, los elegidos para esta ocasión.
Desde ahí cruzamos el río Maças para tomar un tramo más relajado por el que viajamos acompañados de campos de encinas y de olivos, que mucho peso tienen en la gastronomía lusa. Poco de después nos volvemos a cruzar con el río Maças, un lugar ideal para una breve parada fotográfica y para entender la importancia que van a tener los distintos cauces fluviales en esta ruta.
Seguimos hacia el Castillo de Algoso, una fortaleza medieval también del siglo 12 que domina el paisaje desde lo alto de su atalaya de roca, y que es parte de una serie de castillos que defendían la frontera portuguesa. Una carretera más amplia y rápida, la 221, con curvas largas y mantenidas de buen asfalto, nos lleva hacia el sur y poco después nos encontramos con el poderoso río Duero, que es el protagonista absoluto de los mencionados ríos y de esta parte de la ruta. Cuando nos acercamos al mirador de Colado su enorme cauce aparece en el horizonte.

Desde ese punto elevado podemos contemplar su grandeza que separa los dos países. Si tenéis tiempo se pueden explorar las carreteras que se acercan a su ribera y empalmar más tarde con las N221, que es la que nosotros seguimos.
El siguiente punto destacable, tanto por su paisaje como por la experiencia de conducción, es la carretera panorámica que baja desde Poiares hasta la ribera del Duero. Tiene unas vistas espectaculares y ofrece unas sensaciones sobre la moto muy especiales por el gran desnivel y las vistas de la ladera, por la que desciendes tomando curvas “aéreas” de buen asfalto.
Otra de las sorpresas de la zona y una joya histórica, es la Calzada Romana de los Alpajares, que está construida con bloques de pizarra durante 800 metros en un encajonado valle y que se puede ver desde la pequeña carretera que va por encima de ella, un recuerdo del pasado que aúna historia y aventura. Rodar por la pequeña carretera que atraviesa ese valle escondido también es otra experiencia muy diferente.

Después de curvas y curvas de todo tipo nuestro viaje nos lleva nuevamente al Duero, que en primavera se engalana con los almendros en flor y viñedos de vibrante color. Hacemos una breve parada en Torre Moncorvo, donde su basílica y su feria medieval nos transportan en el tiempo. Pero la carretera nos llama y pronto encontramos el puerto de la nacional 611, una maravilla por sus vistas sobre el río Sabor y por sus curvas enlazadas de buen asfalto, que cogen altura con un trazado que parece el cuerpo de una serpiente sobre la montaña.
La ruta panorámica de los Lagos de Sabor nos regala paisajes que quitan el aliento, donde se puede disfrutar de la moto y la naturaleza, como el mirador de Póvoa. Desde allí seguimos nuestro camino hacia el norte, poco a poco, el terreno se suaviza y nos acercamos al Pico de Bornes, donde nos espera otro tramo de curvas para disfrutar con la moto.
El siguiente punto marcado en nuestro camino es el pueblo de Podence, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por la tradición de los Caretos. La llegada del final del invierno, duro en esta zona, hizo que sus habitantes lo celebraran en carnaval con unos trajes únicos y muy coloridos, que se acompañan de máscaras fabricadas en madera o metal, haciendo referencia al diablo.

Es un momento de fiesta para todo el pueblo, pero también sirve para ajustar las relaciones entre los vecinos, para celebrar y para dejarse llevar por el anonimato de los trajes. El paso de los años ha hecho que esta tradición se suavice, pero sigue asustando a las mujeres y bailando al son de la música tradicional con todo el encanto visual de antaño. El desfile termina con la “Quema del Diablo”. Algunos pueblos de la región tienen diferentes atuendos e incluso llegan hasta nuestro territorio en la zona de Sanabria.

Todo esto nos lo explicaron nuestros amigos portugueses de Quilómetro Infinito, Patricia y Joao Cámara, que son unos grandes viajeros que comparten todo tipo de información en su blog y en sus redes sociales. Rodamos junto a ellos en otra carretera nacional, que de vuelta a Braganza, nos sorprende con tramos de bosque donde destacan los castaños, que tanta importancia tienen en la gastronomía de la zona. Como hemos descubierto en nuestras paradas para degustar la gastronomía local, en sitios tan especiales como G Pousada, O Javali, y la Tasca do Zé Tuga en Braganza, todos incluidos en la Guía MICHELIN, donde volvemos para terminar nuestro viaje por el norte de Portugal.